TEMAS DE LOS ENFERMOS MISIONEROS BEATO CARLO ACUTIS
La Santa Faz Sangrante de Jesús
de Cotonou en el Estado de Benin en África Occidental
¡Mira MI rostro sangrante!
¿Qué tengo que decirte?
¿Tengo ya algo que deciros?
¿Me escuchas de verdad?
¿Me compadeces cuando me ves sangrar así? Lo hago por ti.
Dos veces sangró una imagen de la Santa Faz en Cotonou, Benin, el 17 de febrero y el 15 de marzo de 1995. En febrero de 1995, una imagen del Santo Rostro enmarcada de 18 x 24 cm empezó a sangrar en Cotonú, África Occidental. El médico, llamado a toda prisa, no pudo tomar una muestra cuando llegó porque la sangre ya se había coagulado. 13 testigos asistieron al suceso, durante el cual habló una voz:
"Vendré de nuevo y el médico podrá completar su examen".
Se colocaron tubos de vidrio preparados para recoger sangre en caso de que se repitiera el flujo sanguíneo en la imagen. El 15 de marzo de 1995, hacia las 5 de la tarde, la Santa Faz volvió a sangrar profusamente. Se pudo recoger sangre. De hecho, manaba tanta sangre de la imagen que los rasgos de la Santa Faz apenas eran visibles. Cuando un tubo de vidrio estaba lleno hasta la cuarta parte, una voz dijo:
"Es suficiente. Lo llenaré yo mismo".
El médico que había visto el tubo un cuarto lleno observó unos 45 min después un tubo completamente lleno sin intervención humana. El médico, que no tenía explicación para estos sucesos, estaba asombrado. 12 testigos presenciaron los hechos. La sangre fue analizada y el resultado: era sangre humana del grupo sanguíneo AB, Rh. positivo.
El Padre Eterno habla:
¡Hijos míos! En los terribles días que vendrán sobre la humanidad, el Santo Rostro de Mi Divino Hijo será verdaderamente útil ("un verdadero paño de lágrimas para secar"), pues Mis verdaderos hijos estarán ocultos tras él. El Santo Rostro será una verdadera ofrenda para que los castigos que traeré sobre la humanidad sean atenuados. En los hogares donde se encuentre, habrá luz para liberarse del poder de las tinieblas.
En los hogares donde esté la Santa Faz de mi Hijo, ordenaré a mis ángeles que los marquen. - Y mis hijos se salvarán de los males que sobrevendrán a esta humanidad ingrata. Hijos míos, convertíos todos en verdaderos apóstoles de la Santa Faz y difundidla por todas partes. Cuanto más se difunda, menor será la catástrofe.
El Sagrado Corazón de Jesús habla:
Ofreced siempre mi Santísima Faz al Padre Celestial, y Él tendrá misericordia de vosotros. Os pido a todos que honréis mi Divino Rostro y le deis un lugar de honor en vuestros hogares, para que el Padre Celestial os colme de gracias y perdone vuestros pecados. Hijitos, aseguraos de rezar al menos una breve oración a la Santa Faz de Jesús todos los días en vuestros hogares. No olvidéis nunca saludarla cuando os levantéis, y pedirle su bendición cuando os vayáis a descansar. De este modo llegaréis felizmente a la patria celestial.
Os aseguro que todos los que sienten un amor especial por la Santa Faz estarán siempre advertidos de los peligros y las catástrofes. Prometo solemnemente que todos los que difundan la devoción a mi Santísima Faz se salvarán de los castigos que caen sobre la humanidad. Además, recibirán luz para los días de terrible confusión que se aproximan a la Santa Iglesia. Si sufren la muerte en el juicio, morirán como mártires y alcanzarán la santidad. En verdad, en verdad, os aseguro que los que difundan la devoción a Mi Rostro alcanzarán la gracia, que ningún miembro de la familia será condenado y que los que están en el purgatorio pronto serán liberados de él.
Pero todos deben venir a Mí a través de la mediación de Mi Santísima Madre.
Todos los devotos de la Faz Divina recibirán una gran luz para comprender los misterios de los últimos tiempos. En la patria celestial estarán muy cerca del Salvador. Todas estas gracias las reciben como devotos de la Santa Faz. No perdáis estas gracias, porque es muy fácil perderlas.
Rosario a la Santísima Faz
Debe rezarse como el rosario ordinario (alemán), pero con las siguientes inserciones:
(1) Jesús, Cuyo santísimo rostro está coronado por el sudor sangriento del miedo.
(2) Jesús, Cuyo rostro santísimo fue cruelmente golpeado.
(3) Jesús, Cuyo santísimo rostro fue profundamente herido por las espinas.
(4) Jesús, Cuyo rostro santísimo fue inclinado muriendo en la cruz.
(5) Jesús, Cuyo santísimo rostro fue glorificado por la resurrección.
Breve Rosario al Santísimo Rostro
(en lugar del Credo de los Apóstoles)
Santo DIOS, santo DIOS fuerte, santo DIOS inmortal, ¡ten piedad de nosotros y del mundo entero! ¡Señor, muéstranos Tu santa faz y nos salvaremos!
(en las grandes cuentas - en lugar de Padre Nuestro)
Padre Celestial, te ofrecemos los méritos y dolores infinitos del Santísimo Rostro de Jesús, Su preciosa Sangre, Sus heridas y lágrimas para Tu mayor gloria y para la salvación de nuestras almas.
(en las cuentas pequeñas - en lugar del Ave María, 10 veces cada una)
(1) ¡Santísimo Rostro, cubierto de heridas ten piedad de nosotros, clamamos a Ti!
(2) ¡Santísimo Rostro, cubierto de sangre, ten piedad de nosotros, clamamos a Ti!
(3) ¡Santísimo Rostro, derramando amargas lágrimas en infinito amor, ten piedad de nosotros, clamamos a Ti!
(4) ¡Santísimo Rostro, cubierto de desprecio y vergüenza, ten piedad de nosotros, clamamos a Ti!
(5) Rostro santísimo, soportando en silencio el dolor más terrible, ¡ten piedad de nosotros, clamamos a Ti!
Oración final
¡Oh rostro santísimo de Jesús, desfigurado por las heridas y la sangre, revelación del amor y la misericordia divinos! Te adoramos por el doloroso Corazón Inmaculado de María y deseamos reparar ante Ti, en nombre de todas las almas y por todas ellas, todas las injurias que Te hemos infligido. Concédenos asumir con amor paciente las pruebas y sufrimientos de nuestra vida, para ofrecerlos unidos a Tu sacrificio infinito al Padre Celestial en satisfacción por la salvación de las almas.
Haz, Señor, que quienes hoy veneramos Tu rostro doloroso, un día contemplemos Tu rostro transfigurado en el cielo y Te alabemos eternamente con María, Tu Madre, todos los ángeles y los santos. Amén.
Reza estos rosarios con total devoción y si brotan lágrimas de compasión de tus ojos al contemplar estas imágenes, ofréceselas a ÉL. Él las transformará en diamantes preciosos.
Nuestra Señora pide ayuda para que esta Santísima Faz sea venerada en todos los hogares mediante la contemplación y la oración. De este modo, aún podrá evitar gran parte del severo juicio.
MOMENTO DEL SABER CATÓLICO
"LA DOXOLOGÍA DE LA MISA CATÓLICA"
Es muy común escuchar a la asamblea repetir la DOXOLOGÍA que dice el sacerdote en la Misa, pero es necesario que conozcamos cuando nos toca participar
Es muy común escuchar durante la Misa, que la asamblea repite las oraciones que hace el sacerdote. Tal es el caso de LA DOXOLOGÍA, un neologismo que viene del griego: Doxa (gloria, alabanza) y logos (palabra); por tanto la palabra doxología significa : "palabra de alabanza".
"POR CRISTO CON ÉL Y EN ÉL..."
Las palabras: “Por Cristo con él y en él a ti Dios Padre Omnipotente en la unidad del Espíritu Santo todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos”, forman parte de la doxología final, que a su vez es la última parte de la plegaria eucarística.
Esta doxología final de la Misa en la forma en que la conocemos se ha utilizado desde aproximadamente el siglo VII en toda la cristiandad de occidente.
"Estas palabras son propias, única y exclusivamente, del obispo o sacerdote celebrante y de los sacerdotes concelebrantes. Y 'la doxología final : por la cual se expresa la glorificación de Dios,… es afirmada y concluida con la aclamación Amén del pueblo'”.
Solamente el sacerdote dice la doxología
Por tanto durante la doxología los fieles guardan silencio y solo intervienen para unirse a dicha *doxología* con un fuerte y contundente: “AMÉN”.
Ésta es una de las doxologías que se usan para dar alabanza a Dios, distinguiéndola de la doxología mayor (Gloria a Dios en el cielo…) y la doxología menor (Gloria al Padre y al hijo….).
Finalmente, una de estas doxologías es la que se pronuncia antes del rito de la paz: "Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre Señor".
Es importante como Católicos cuál es nuestra participación como fieles dentro de la celebración de la Eucaristía ( misa ).
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LA MIMESIS Y LA ANAMNESIS.
¿ QUÉ ES LA MIMESIS ?
LA MIMESIS : se refiere a la representación o imitación de la Última Cena y la Pasión de Cristo que se realiza a través de los ritos y acciones litúrgicas. Específicamente, la acción del sacerdote al partir el pan, bendecirlo y compartirlo, es una imitación de lo que Jesús hizo en la Última Cena, y esta acción se repite en cada celebración eucarística.
La mimesis en la misa se entiende como:
Imitación de acciones:
El sacerdote, en nombre de Cristo, realiza acciones similares a las que Jesús hizo en la Última Cena, siguiendo el mandato de "haced esto en memoria mía".
REPRESENTACIÓN DE LA PASIÓN:
La misa también representa la Pasión de Cristo, la entrega de su vida, a través de los diversos momentos litúrgicos, como la procesión de entrada, la lectura de la Pasión, la oración de los fieles, y la comunión.
PARTICIPACIÓN ACTIVA DE LOS FIELES:
Los fieles no solo observan, sino que participan activamente en esta representación, recordando y haciendo presente la muerte y resurrección de Cristo.
Actualización de la memoria:
La mimesis no es una simple copia, sino una actualización de la memoria del sacrificio de Cristo, haciéndolo presente en cada celebración.
En contraste, la anamnesis en la misa se refiere a:
EL RECUERDO DE LOS HECHOS PASADOS:
La anamnesis es el acto de recordar y conmemorar la muerte y resurrección de Cristo, trayendo a la memoria su sacrificio.
LA ACCIÓN DE RECORDAR:
La anamnesis eucarística es la parte del canon de la misa donde se recuerda la institución de la Eucaristía por parte de Jesús.
En resumen, la mimesis en la misa es la imitación de las acciones de Cristo en la Última Cena y la representación de su Pasión, mientras que la anamnesis es el recuerdo y conmemoración de esos mismos hechos.
¿ QUÉ ES LA ANAMNESIS ?
LA ANAMNESIS :
En sentido estricto, se llama anamnesis a la parte de la plegaria eucarística que sigue inmediatamente a la consagración.
INTRODUCCION :
El término 'anamnesis’ proviene del griego y significa 'recuerdo', 'reminiscencia' y 'rememoración’. En general 'anamnesis’ quiere decir 'traer al presente los recuerdos del pasado’.
En teología la palabra 'anamnesis’ significa la acción memorial o de recordación que tiene lugar en la Eucaristía durante la Santa Misa en recuerdo de las palabras de Jesús en la Ultima Cena: 'Haced esto en memoria mía’ (Lucas 22,19).
LA ANAMNESIS Y LA SANTA MISA
En sentido estricto, se llama anamnesis a la parte de la plegaria eucarística que sigue inmediatamente a la consagración. La Iglesia cumple fielmente el mandato del Señor al repetir las palabras y los gestos de la institución y, además, la anamnesis expresa el sentido profundo y la actitud espiritual: 'Por eso, Señor, nosotros tus siervos y todo tu pueblo santo, al celebrar este memorial de la pasión gloriosa de Jesucristo…’ (Canon Romano).
En la parte de la Misa en que se hace anamnesis la Iglesia proclama su recuerdo en la fe, del misterio salvador de Cristo. Ya en la plegaria eucarística de la Tradición Apostólica, la anáfora, se le une la mención de la Resurrección como expresión de la fe de la Iglesia en el misterio que se celebra: la repetición de la Santa Cena y el memorial del misterio salvador de la Cruz, de lo cual brota la anamnesis envuelta en la acción de gracias.
ANAMNESIS Y MEMORIAL
Es necesario tener en cuenta que el término 'recordar’ no debe entenderse como un proceso por el cual evocamos un acontecimiento o una persona del pasado. La anamnesis hace que el pasado sea traído hasta el presente. No se trata de trasladarnos al pasado, sino trasladar el pasado al presente.
De hecho, cuando Cristo celebró la Santa Cena con sus discípulos estaba realizando un memorial, y quiso que ellos repitieran aquello como memorial suyo. De ahí que la palabra 'anamnesis’ se traduzca más correctamente por 'memorial’ que por 'recuerdo’, ya que así se evocan más correctamente las particularidades del término, tanto en el sentido bíblico como en el litúrgico.
ANAMNESIS Y OFRENDA
La anamnesis contiene, junto con la proclamación del memorial, la actualización de la ofrenda, ya que así la Iglesia expresa con ello el sentido sacrificial más propio de la Cena del Señor,
Cristo, en efecto, ha dejado a la Iglesia un sacrificio visible, tal como lo requiere la naturaleza humana. Pero este sacrificio es el memorial del sacrificio definitivo al Padre en la Cruz, que se hace presente aquí y ahora de forma incruenta, aplicándose sus frutos. El propio Señor realizó por vez primera este memorial en la Santa Cena, anticipando de esta forma el sacrificio incruento en la Cruz.
El Canon Romano es uno de los que mejor expresan el carácter sacrificial de la celebración eucarística, subrayando la relación con la anamnesis: '… te ofrecemos, de los mismos bienes que nos has concedido, el sacrificio puro, inmaculado y santo, pan de vida eterna y cáliz de salvación’.
ANAMNESIS EN SENTIDO ESCATOLOGICO
Puesto que se recuerda el misterio de la salvación 'hasta que el Señor vuelva’, la anamnesis encierra una referencia al retorno del Señor en la gloria. De hacho, el memorial litúrgico es, de por sí, un alimento para la esperanza del pueblo; el recuerdo de las maravillas de Dios actualizadas en el hoy por la celebración de la Santa Misa, lo cual asegura la total fidelidad de Dios a su promesa.
Recordarle algo a Dios es tanto como asegurar su intervención. De ahí que el sentido original de 1ª. Corintios 11:26, donde dice: 'Pues cada vez que coméis este pan y bebéis esta copa, anunciáis la muerte del Señor hasta que venga’, incluye un elemento de finalidad. La traducción más exacta sería: 'hasta que se realice su venida’, lo cual tendría un sentido más profético.
Al celebrar la Santa Cena en la Misa, anunciamos la muerte del Señor. Esta proclamación se realiza por el mismo hecho de celebrar la Eucaristía, pues cuando la comunidad se reúne en asamblea para celebrar el memorial, constituye un signo o señal para toda la humanidad. En la anamnesis se expresa la conciencia que tiene la Iglesia de constituir el signo del misterio pascual de una manera que compromete a toda la humanidad, pues toda ella está abocada, como destino final, a encontrarse con Cristo en su retorno.
LA ANAMNESIS EN LAS PLEGARIAS EUCARISTICAS
Las tres Plegarias Eucarísticas aprobadas por la Sagrada Congregación de Ritos, en el decreto de 23 de mayo de 1968, presentan muestras variadas de anamnesis.
En la Plegaria Eucarística II se conservan prácticamente los textos de la anáfora de la Tradición Apostólica con ligeras adaptaciones, aunque la fórmula anamnética es la misma. Únicamente se la ha añadido en la palabra 'pan’ la determinación 'de vida’, y la palabra 'cáliz’ se ha precisado con los términos 'de salvación’.
En la anamnesis de las plegarias eucarísticas III y IV encontramos estas características”
a.- Se ha expresado de modo explícito la espera en la última venida del Señor.
b.- Se ha hecho explícito el carácter sacrificial de la Eucaristía, indicando que Cristo es el objetivo directo y primordial de la ofrenda.
c.- Se ha añadido el elemento de acción de gracias para completar el de memoria.
Como característica común de esas Plegarias Eucarísticas tenemos la intervención del pueblo, en forma de aclamación, después de la narración: 'Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!’. Esta aclamación es propiamente una anamnesis con la cual el pueblo hace, como lo hará después el celebrante, su memoria y acto de fe en el ministerio que celebra.
La Plegaria Eucarística I es del rico y tradicional Canon Romano, la cual es la que debería usarse regularmente, y que es superior a las otras.
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MOMENTO DEL SABER CATÓLICO
¿SABES QUE ES LA EPÍCLESIS?
La Epíclesis es la invocación al Espíritu Santo en la Misa, cuando el sacerdote hace esta oración al momento de la consagración de la hostia y del vino, mientras nosotros nos arrodillamos.
¿SABES QUE ES LO QUE PASA?
Sucede que el espíritu de Cristo vivo toma el lugar de la hostia y del vino y se hace Presente Realmente como materia.
NO es un símbolo ni tampoco una representación.
Es el momento más sagrado en que Jesús cumple su palabra de darnos ese alimento que nutre nuestro espíritu.
Es un gran milagro que el Señor concede a sus hijos y que debemos valorar con mayor fe en la medida que tomemos conciencia de la realidad de su Presencia Real en la Eucaristía.
Cuando el sacerdote levanta la hostia y el vino y nos presenta el Cuerpo y la Sangre de Cristo no agaches la cabeza. Levántala y mira al Señor que está frente a todos, adóralo porque lo tienes ahí enfrente, ruégale porque está verdaderamente presente.
Contémplalo porque él vino a verte y toca tu puerta, ábrele y déjalo entrar en comunión contigo.
Ahí es donde verdaderamente entra en tu corazón, Jesús Eucaristía.
En casi todos los Sacramentos, en un momento u otro de la celebración, y en muchos casos (en Oriente) en la misma «forma» del sacramento, interviene una fórmula epiclética, casi siempre referida al Espíritu Santo, pidiendo el fruto de la acción sacramental. Con estas fórmulas se explicita un aspecto básico de la acción litúrgica: lo que se espera del sacramento es mucho más de lo que una acción humana, aun espiritual, puede aportar. Un sacramento es una acción de Cristo, en la fe de la Iglesia, en la que el hombre entra en comunión salvadora con Dios, y por la que recibe la gracia sobrenatural. Para expresar esta trascendencia de la celebración, y para afirmar que el fruto del sacramento es obra de Dios, la Iglesia usa, con ella da testimonio de fe en su propia consistencia como comunidad animada por el Espíritu Santo (v.).
PENTECOSTÉS EN UNA NUEVA GENERACIÓN XXI
VEN ESPÍRITU SANTO, ENSEÑAME A BUSCAR LA FELICIDAD DE LAS DEMÁS PERSONAS.
Dame el don de la solidaridad, de la empatía, del entender y sentir su sufrimiento, de ayudar a que su cruz sea más ligera, menos pesada y dificultosa.
Espíritu Santo dame el don de poder entender y servir a dar amor , por aquel que sufre , por el que más necesidad este pasando, el desprotegido, el desamparado, por el que sufre hambre de pan y sufre hambre de Dios.
Dame Espíritu Santo el don de la fe para poder transmitirlo a los demás , y que en tiempos difíciles, en las angustias, las tristezas, la soledad, la necesidad en la pobreza , la enfermedad y los dolores , la depresión los agobie y sientan perder la fe , estar ahí para fortalecer y alimentar su fe que se quebranta sea inquebrantable .
Hazme sentir tu presencia divina aquí Espíritu Santo, mi Dios .
Así Sea .
hno Edwin Hipkam
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MARIA MADRE DE LA IGLESIA
Hoy 9 de Junio celebramos la memoria de la ‘Bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia’
El lunes después del domingo de Pentecostés, la Iglesia celebra la memoria de la ‘Bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia’.
Hoy, fortalecidos por la presencia del Espíritu Santo, tenemos la ocasión propicia para profundizar en una dimensión importantísima de nuestra fe: la Iglesia que Cristo fundó está ligada íntimamente a su Madre y al papel que Ella desempeña dentro del plan salvífico de Dios. María vela por cada uno de los hijos del Cuerpo Místico de Cristo con amor maternal, los protege de las insidias del Maligno y los acompaña durante su peregrinar por esta tierra.
EL ROSTRO MATERNAL DE LA IGLESIA
La incorporación de la celebración de la ‘Bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia’ en el Calendario Romano General es relativamente reciente. Fue establecida el 11 de febrero de 2018 por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, mediante decreto firmado por quien entonces era su Prefecto, Cardenal Robert Sarah.
De acuerdo al documento, “el Sumo Pontífice Francisco consideró atentamente que la promoción de esta devoción puede incrementar el sentido materno de la Iglesia en los Pastores, en los religiosos y en los fieles, así como la genuina piedad mariana”.
Con esto, el Papa Francisco nos animaba a prestar más atención a “la figura de la Virgen María, que es Madre de Cristo y, a la vez, Madre de la Iglesia”. La razón para ello descansa en la idea de que conociendo más de cerca la maternidad de María seremos capaces de interiorizar también su sentido en las circunstancias propias de nuestro paso por este mundo. Es decir, unidos filialmente a la Madre de Dios seremos más capaces de preocuparnos y trabajar por el bien de quienes nos rodean, dándoles acogida y sirviéndolos.
QUE CRISTO NAZCA EN TODOS LOS CORAZONES
Así como María, que ofreció a su Hijo, cada cristiano debe ofrecerlo también a quienes están a su alrededor. En nosotros está la posibilidad de mostrar a la Iglesia como lo que es, una auténtica madre que vela por sus hijos.
El mencionado decreto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos añade que “esta celebración nos ayudará a recordar que el crecimiento de la vida cristiana debe fundamentarse en el misterio de la Cruz, en la ofrenda de Cristo en el banquete eucarístico, y en la Virgen oferente, Madre del Redentor y de los redimidos”.
En repetidas ocasiones se ha cuestionado -desde fuera de la Iglesia y a veces desde dentro- el sitial que se le ha dado a la Virgen. Dichos cuestionamientos no tienen lugar si se considera que todo en María está referido a Jesús. María no sería Madre de la Iglesia si no fuera antes Madre de Cristo.
“La gozosa veneración otorgada a la Madre de Dios por la Iglesia en los tiempos actuales, a la luz de la reflexión sobre el misterio de Cristo y su naturaleza propia, no podía olvidar la figura de aquella Mujer, la Virgen María, que es Madre de Cristo y, a la vez, Madre de la Iglesia”, precisa el mencionado decreto.
LA IGLESIA, VERDADERA MADRE
Hoy celebramos la memoria de la ‘Bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia’
El lunes después del domingo de Pentecostés, la Iglesia celebra la memoria de la ‘Bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia’.
Hoy, fortalecidos por la presencia del Espíritu Santo, tenemos la ocasión propicia para profundizar en una dimensión importantísima de nuestra fe: la Iglesia que Cristo fundó está ligada íntimamente a su Madre y al papel que Ella desempeña dentro del plan salvífico de Dios. María vela por cada uno de los hijos del Cuerpo Místico de Cristo con amor maternal, los protege de las insidias del Maligno y los acompaña durante su peregrinar por esta tierra.
EL ROSTRO MATERNAL DE LA IGLESIA
La incorporación de la celebración de la ‘Bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia’ en el Calendario Romano General es relativamente reciente. Fue establecida el 11 de febrero de 2018 por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, mediante decreto firmado por quien entonces era su Prefecto, Cardenal Robert Sarah.
De acuerdo al documento, “el Sumo Pontífice Francisco consideró atentamente que la promoción de esta devoción puede incrementar el sentido materno de la Iglesia en los Pastores, en los religiosos y en los fieles, así como la genuina piedad mariana”.
Con esto, el Papa Francisco nos animaba a prestar más atención a “la figura de la Virgen María, que es Madre de Cristo y, a la vez, Madre de la Iglesia”. La razón para ello descansa en la idea de que conociendo más de cerca la maternidad de María seremos capaces de interiorizar también su sentido en las circunstancias propias de nuestro paso por este mundo. Es decir, unidos filialmente a la Madre de Dios seremos más capaces de preocuparnos y trabajar por el bien de quienes nos rodean, dándoles acogida y sirviéndolos.
QUE CRISTO NAZCA EN TODOS LOS CORAZONES
Así como María, que ofreció a su Hijo, cada cristiano debe ofrecerlo también a quienes están a su alrededor. En nosotros está la posibilidad de mostrar a la Iglesia como lo que es, una auténtica madre que vela por sus hijos.
El mencionado decreto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos añade que “esta celebración nos ayudará a recordar que el crecimiento de la vida cristiana debe fundamentarse en el misterio de la Cruz, en la ofrenda de Cristo en el banquete eucarístico, y en la Virgen oferente, Madre del Redentor y de los redimidos”.
En repetidas ocasiones se ha cuestionado -desde fuera de la Iglesia y a veces desde dentro- el sitial que se le ha dado a la Virgen. Dichos cuestionamientos no tienen lugar si se considera que todo en María está referido a Jesús. María no sería Madre de la Iglesia si no fuera antes Madre de Cristo.
“La gozosa veneración otorgada a la Madre de Dios por la Iglesia en los tiempos actuales, a la luz de la reflexión sobre el misterio de Cristo y su naturaleza propia, no podía olvidar la figura de aquella Mujer, la Virgen María, que es Madre de Cristo y, a la vez, Madre de la Iglesia”, precisa el mencionado decreto.
LA IGLESIA, VERDADERA MADRE
En una de sus colaboraciones para ACI Prensa, el Arzobispo de Los Ángeles, EE. UU., Mons. José Gomez, subrayaba que los primeros cristianos “tenían una conciencia profunda de que la Iglesia era su ‘madre’ espiritual, que los daba a luz en el bautismo, constituyéndolos en hijos de Dios a través de los sacramentos”.
Mons. Gomez además recordaba que “los apóstoles a menudo se referían a los fieles como a sus hijos espirituales, reflejando así nuevamente su comprensión de que la Iglesia es nuestra madre y nuestra familia (…) Y en esto, los primeros cristianos entendieron que María era el símbolo perfecto de la maternidad espiritual de la Iglesia”.
En ese sentido la memoria que celebramos hoy puede ser considerada “un profético redescubrimiento de una antigua devoción” (Mons. José Gomez).
DÍA DE LA IGLESIA
Dedicar un día a la celebración de “la Santísima Virgen María, Madre de la Iglesia” debe entenderse como corolario de la eclesiología del Concilio Vaticano II (1962-1965). Durante el Concilio, el Papa San Pablo VI declaró de manera explícita que María Santísima es Madre de la Iglesia, convicción que quedaría plasmada en el documento final (Ver cap. VIII de la Constitución Dogmática sobre la Iglesia, Lumen Gentium), con el asentimiento de los padres conciliares.
La memoria de la Bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia subraya que Ella es Madre de todos los hombres, especialmente de los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, en virtud a la Encarnación del Verbo. Jesús mismo lo confirmó así desde la Cruz: «Cuando Jesús vio a su madre, y al discípulo a quien Él amaba que estaba allí cerca, dijo a su madre: “¡Mujer, he ahí tu hijo!” Después dijo al discípulo: “¡He ahí tu madre!” Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su propia casa» (Jn 19, 26-27).
Es claro que la veneración de la Iglesia a la Santísima Virgen no solo no debe ser soslayada, sino, por el contrario, debe ser preservada y fortalecida como un elemento intrínseco del culto cristiano. Así se ha de darse cumplimiento a las palabras de la Virgen: “Me llamarán Bienaventurada todas las generaciones” (Lc 1,48).
#aciprensa
En la Iglesia Católica el mes de junio está dedicado especialmente al Sagrado Corazón de Jesús, para recordar el amor fiel e incondicional de Cristo por la humanidad. Es además una devoción querida por nuestro Señor, que hunde sus raíces en los orígenes del cristianismo.
La devoción al Corazón de Jesús ha existido desde que los primeros cristianos meditaban sobre el costado y el corazón abierto del Señor. Por otro lado, el 16 de junio de 1675 Jesús le pidió a una santa que alentara la devoción a su Sagrado Corazón.
Ese día, el Hijo de Dios se le apareció en Francia a Santa Margarita María de Alacoque, religiosa francesa de la Orden de la Visitación de Santa María, y le mostró su Corazón.
En la Iglesia Católica, el mes de junio está dedicado al Sagrado Corazón de Jesús para recordar el amor fiel e incondicional de Cristo por la humanidad. Además, se trata de una devoción querida por nuestro Señor y que hunde sus raíces en los orígenes del cristianismo. La devoción al Corazón de Jesús ha existido desde que los primeros cristianos meditaban sobre el costado y el corazón abierto del Señor. Por otro lado, el 16 de junio de 1675 Jesús le pidió a una santa que alentara la devoción a su Sagrado Corazón.
Santa Margarita contó que el Corazón de Jesús estaba rodeado de llamas de amor, coronado de espinas y tenía una herida abierta de la que brotaba sangre; de su interior, además, salía una cruz.
“He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres, y en cambio, de la mayor parte de los hombres recibo ingratitud, irreverencia y desprecio”, le dijo Jesús a la santa.
El Papa Benedicto XVI afirmó que “al ver el Corazón del Señor, debemos mirar el costado traspasado por la lanza, donde resplandece la inagotable voluntad de salvación por parte de Dios”.
Asimismo, subrayó que “no puede considerarse culto pasajero o de devoción: la adoración del amor de Dios, que ha encontrado en el símbolo del ‘corazón traspasado’ su expresión histórico-devocional, sigue siendo imprescindible para una relación viva con Dios".
Es por eso que en este mes los católicos estamos llamados a demostrar con nuestras obras la devoción a su amoroso Corazón, como una forma de corresponder al gran amor de Jesús, que murió por nuestra salvación y se quedó en la Eucaristía para enseñarnos el camino a la vida eterna.
#aciprensa
29 DE MAYO | Santa Ursula Ledochowska fue una religiosa polaca fundadora de las Ursulinas del corazón agonizante de Jesús.
Ursula nació en el seno de una familia noble, fue la 5 de los 10 hijos del Conde Antoni Halka-Ledóchowski y era sobrina del Caraadenal Halka-Ledóchowski.
Despues de realizar sus votos religiosos con las Ursulinas, ella estableció una casa para jovencitas estudiantes de universidad. Luego se fue a San Petesburgo donde trabajó para la fundación de la Casa de Santa Catalina, la cual seria residencia para niños y adolescentes polacos. Se vio forzada a salir de Rusia porque las entidades catolicas eran ilegales en esa época. Pasó un tiempo en Finlandia, que en esa época estaba bajo el domino de Rusia pero también tuvo que marchar de alli. Se fue a Suecia donde se dedico a trabajar por el ecumenismo junto al Arzobispo luterano, Nathan Söderblom.
En Estocolmo, abrió una escuela de idiomas y una escuela de ciencias para jovencitas y en 1917 publicó el libro "Polonica" en tres idiomas. En Dinamarca fundó un orfanato y una escuela de economía doméstica en la ciudad de Aalborg.
En 1920 regresa a Polonia y funda las Ursulinas del corazón agonizante de Jesús.
Ledóchowska fue conocida por su elocuencia al hablar y era invitada con frecuencia a dar charlas delante de lideres y nobles de su país.
Ursula sucumbió al cancer muriendo en su convento de Roma en el año 1939.
EL PAPA QUE DEFENDÍA A LA VIDA Y A LA FAMILIA - SAN PABLO VI Papa
29 DE MAYO,CELEBRAMOS A SAN PABLO VI, EL PAPA QUE DEFENDIÓ LA VIDA Y LA FAMILIA
Cada 29 de mayo celebramos a San Pablo VI, el Pontífice que llevó a término el acontecimiento eclesial más importante de los tiempos modernos: el Concilio Vaticano II. El Papa San Pablo VI marcó un antes y un después en términos de la defensa de la vida y la familia, en virtud a su famosa encíclica Humanae vitae (Sobre la vida humana).
Giovanni Battista Enrico Antonio Maria Montini, el Papa Pablo VI, nació en Lombardía (Italia) el 26 de septiembre de 1897. Fue el segundo de los tres hijos del matrimonio de Giorgio Montini -abogado, periodista, director de la Acción Católica y parlamentario italiano- y doña Giudetta Alghisi.
El 29 de mayo de 1920, a la edad de 22 años, Giovanni Battista Montini fue ordenado sacerdote y enviado a Roma para culminar su formación. Cursó estudios en la Pontificia Universidad Gregoriana, en la Universidad de Roma La Sapienza y en la Academia Pontificia Eclesiástica. Una vez concluidos sus estudios, fue asignado a la oficina de la Secretaría de Estado, donde trabajó por 30 años.
El 1 de noviembre de 1954, con 57 años de edad, Montini fue nombrado Arzobispo de Milán, y unos años más tarde sería creado Cardenal, el 15 de diciembre de 1958.
EN CONSONANCIA CON EL ESPÍRITU:
EL CONCILIO
A la muerte del Papa San Juan XXIII en 1963, cuando aún se estaba realizando el Concilio Vaticano II, el Cardenal Montini fue convocado a participar del cónclave que elegiría al sucesor del “Papa bueno”. El cónclave concluyó eligiéndolo como el nuevo Sucesor de Pedro el 21 de junio de ese año.
El recién elegido Papa tomaría el nombre de Pablo VI. Su pontificado llevó a buen puerto el trabajo de “renovación en continuidad” que propuso Juan XXIII al iniciar el Concilio. Es decir, una renovación que no significase un quiebre con la tradición, y que al mismo tiempo implique una mirada desde el Evangelio de cara al futuro. Pablo VI supo entender correctamente las mociones del Espíritu Santo y poner a la Iglesia a tono para afrontar los nuevos tiempos.
Dio por concluido el Concilio Vaticano II el 8 de diciembre de 1965.
MAGISTERIO EN FAVOR DE LA VIDA Y LA FAMILIA
Escribió siete encíclicas: Ecclesiam Suam (6 de agosto de 1964), Mense maio (29 de abril de 1965), Mysterium fidei (3 de septiembre de 1965), Christi Matri (15 de septiembre de 1966), Populorum progressio (26 de marzo de 1967), Sacerdotalis Caelibatus (24 de junio de 1967) y Humanae vitae (25 de julio de 1968) -sobre la regulación de la natalidad-. Esta última constituye un hito histórico al haber marcado el derrotero que ha de seguir la Iglesia en términos de la defensa de la familia, la castidad y la sexualidad, al tiempo que sigue impulsando una auténtica revolución moral y social en un mundo cada vez más secularizado.
UN PONTÍFICE PARA LOS NUEVOS TIEMPOS
San Pablo VI también impulsó el diálogo ecuménico. Han pasado a la historia algunos de sus gestos de acercamiento a las Iglesias de Oriente, como su memorable abrazo con el Patriarca de Constantinopla Atenágoras en 1964, y el mutuo levantamiento de excomuniones.
Además, fue él quien inició la era de los viajes pontificios con visitas a países de los cinco continentes, incluyendo un viaje a Tierra Santa y una presentación en la sede de la ONU en Nueva York. Cabe señalar que, en este esfuerzo por acercar a los miembros de la Iglesia, pasó por momentos difíciles, como el producido en Filipinas en 1970, donde fue blanco de un intento de asesinato.
En el motu proprio Ecclesiae sanctae del 6 de agosto de 1966, el Papa Pablo VI estableció que los obispos debían presentar su renuncia al cargo al cumplir los 75 años de edad. Este requisito se hizo extensivo a los Cardenales en 1970. También modificó el proceso de elección papal, al establecer que sólo los Purpurados menores de 80 años pueden participar en los cónclaves. Asimismo, en 1969, el santo promulgó la reforma litúrgica posconciliar.
LEGADO PAPAL
Entre otras importantes tareas, Pablo VI celebró seis consistorios entre 1965 y 1977; creó a los Cardenales Karol Wojtyla (Juan Pablo II) en 1967, Albino Luciani (Juan Pablo I) en 1973 y Joseph Ratzinger (Benedicto XVI) en 1977.
El Papa San Pablo VI falleció en Castel Gandolfo el 6 de agosto de 1978, después de un pontificado de 15 años. Fue beatificado el 19 de octubre de 2014 y canonizado el 14 de octubre de 2018 por el Papa Francisco.
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